jueves, 3 de marzo de 2016

ESCUELAS ESCATOLÓGICAS INTERPRETATIVAS SOBRE EL PUEBLO DE ISRAEL

Por. Mag. Mario Cely Q.


INTRODUCCIÓN GENERAL

Los hermanos cristianos evangélicos que están ubicados en el A-Post-Pre en relación con el tema del Milenio de Apocalipsis 20 tienen en común que creen por igual en la Segunda Venida de Cristo al mundo para resucitar a los muertos (Jn. 5:28,29), hacer juicio sobre las naciones y sobre todo individuo (Mt. 12:36,41; 25:31-46; Mc. 3:29; Jn. 5:22) y establecer la segunda etapa de su reino eterno (Lc. 1:32,33; 10:9; 11:20). Sin embargo, respecto al premilenialismo-dispensacional hay discrepancias cuando esta escuela divide la parusía del Señor en dos etapas. Del mismo modo, cuando se estudia el tema de la nación de Israel y su plan de salvación para los judíos, hay discrepancias serias respecto de cada escuela escatológica. Escucharnos unos a otros para seguir la verdad en amor es de auténticos cristianos. Compartir los diferentes puntos de vista es sano hacerlo por cuanto nos enriquece mutuamente.

Hemos de seguir aquí aquella sabia máxima de Agustín de Hipona: “En lo necesario, unidad; en lo dudoso, libertad; y en todo, caridad”. Somos hermanos y debemos aprender a ser maduros a pesar de nuestras diferencias interpretativas escatológicas. Pero, con un buen uso de nuestra razón regenerada por el Santo Espíritu de Dios, hemos de atender, escudriñar y escuchar donde hay suficiente razón bíblica. Finalmente, frente a este espinoso tema, debemos decir con san Pablo: “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios…” (2 Cor. 3:5).

Para un logro fundamental acerca de este difícil tema, vamos a dividir nuestra charla en los siguientes puntos:

I. Conceptos Premilenialista-dispensacionalistas sobre el pueblo de Israel*

1. Un futurismo «sui géneris»

El premilenialismo dispensacionalista moderno —tan diferente del premilenialismo inmediatamente anterior— es fundamentalmente un futurismo sui géneris, caracterizado por la teoría del «paréntesis de la Iglesia», con las sesenta y nueve semanas de Daniel desvinculadas de la última semana, un Anticristo futuro, un reino judío con el santuario y los sacrificios judíos restaurados, y una dominación política judía mundial. Todo ello acompañado del gobierno de Cristo desde Jerusalén sobre millones de seres humanos que interiormente no serán convertidos, pero que prestarán acatamiento externo.

Genuinamente dispensaciónalistas son, asimismo, los siguientes rasgos: pretribulacionismo, con el arrebatamiento secreto de la Iglesia (el pueblo del «paréntesis»), y una segunda venida dividida en dos partes; lo que lleva prácticamente a la creencia de una tercera venida. Además, la Biblia tiene que ser dividida en varios compartimentos dispensacionales, y estudiada de tal manera que los cristianos sepan con certeza las porciones que son para ellos (la Iglesia) y las que son para Israel y que constituyen la mayor parte. En el plano ético se da un antinomianismo latente y siempre amenazante. Este es el sistema de doctrina promulgado por las ultimas conferencias proféticas celebradas en Estados Unidos a comienzos de siglo, y también por algunos Institutos Bíblicos.

2. El «paréntesis de la Iglesia»

De todas estas características la más sobresaliente es la llamada el «paréntesis de la Iglesia» (conocida vulgarmente como la gap theory), según la cual todos los pasajes proféticos de la Escritura saltan por encima de la «dispensación cristiana» sin afectarla en lo más mínimo, dado que dicha dispensación —el período entre la cruz y la futura venida secreta del Señor en el arrebatamiento de la Iglesia— constituye un paréntesis en los planes de Dios; paréntesis que rompe la conexión entre la semana sesenta y nueve y la semana setenta de Daniel 9. Asi, H. A. Ironside dice: «En el momento en que el Mesías murió en la cruz, el reloj profético se detuvo. Ni un solo tic se ha oído de dicho reloj, ni un solo movimiento de manecillas en diecinueve siglos. No volverá a funcionar de nuevo hasta que toda la presente era haya llegado a su fin, e Israel, una vez más, sea tomado por Dios.»(10) Scofield, por su parte, escribe: «La profecía no se interesa en la historia como tal, sino solamente en cuanto a la relación que ella pueda tener con Israel y la Tierra Santa.» (11).

De ahí que consideren al libro de Apocalipsis como una obra que sólo tiene que ver con el tiempo que seguirá a la supuesta «tribulación», en la que no habrá de participar la Iglesia, la cual ya habrá sido arrebatada invisiblemente a los cielos, al tiempo del fin —que durará, en su opinión, unos siete años o más— y que media entre la dispensación cristiana y el milenio. Entonces las profecías mesiánicas y grandes porciones del Nuevo Testamento (como los Evangelios Sinópticos) se aplicarán a los judíos que vivirán en el reino milenial judaico.

3. Las «novedades» del actual premilenialismo dispensacionalista

Cualquier resumen que hagamos del premilenialismo actual, y luego lo comparemos con los premilenialismos que le precedieron, nos descubre las abismales diferencia que median entre ellos. Floyd E. Hamilton hizo un resumen(12) de diez puntos que, en síntesis, recoge objetivamente las «novedades» del dispensacionalismo en el campo de interpretación profética:

1) La segunda venida se convierte en una esperanza doble: se divide en dos partes:
a) Cristo vendrá por la Iglesia, en secreto e invisiblemente, al comienzo de la supuestamente diferida semana setenta de Daniel 9;
b) Cristo vendrá con la Iglesia, siete años m¿ tarde por lo menos, en una venida que concierne a Israel y al mundo. En resumen: una segunda y una tercera venidas de Cristo.
2) En la resurrección de los justos de todas las edades, los redimidos que estén vivos serán arrebatados para subir a estar con Cristo y participar en las bodas del Cordero durante siete años. La mayoría de autores dispensacionalistas sostiene que este arrebatamiento será en secreto.
3) La Iglesia escapará a la «gran tribulación» que sobrevendrá bajo la égida del Anticristo (une pocos dispensacionalistas creen que la Iglesia tendrá que pasar también por esta tribulación final —son postribulacionistas—, siendo arrebatada arriba luego).
4) El Espíritu Santo será quitado del mundo en la segunda venida, es decir, en el momento del «arrebatamiento». Entonces los judíos que moren en Palestina seguirán en incredulidad, aunque un remanente permanecerá fiel al Señor y predicar el Evangelio del Reino (no el Evangelio de la era cristiana. Scofield llega a enumerar hasta cuatro Evangelios, o cuatro «formas del Evangelio», en su Biblia, nota a Apocalipsis 14:6) durante la segunda mitad de aquella semana.
5) Después de los siete años los mártires de dicha tribulación serán resucitados (ellos no forman, sin embargo, parte de la Iglesia).
6) Se librará la batalla de Armagedón, en la que se enfrentarán los creyentes gentiles en contra del Anticristo y sus huestes. Cristo aparecerá con su Iglesia, hará el juicio para separar las ovejas de los cabritos (sobre la base del trato que las naciones hayan dado a los «hermanos de Cristo»: los judíos, según dicen los dispensacionalistas). Entonces el remanente vivo y las «naciones» gentiles inaugurarán el milenio con cuerpos no glorificados.
7) Los judíos mirarán a Cristo y serán salvos. También ellos entrarán en el milenio con cuerpos no glorificados.
8) Durante mil años el reino pertenecerá a los judíos, y serán ellos quienes dispondrán de toda autoridad y poder en la tierra, ejerciendo una hegemonía total sobre todos los pueblos. El templo será reconstruido, y los sacrificios levíticos restaurados de nuevo en Jerusalén. El pecado será castigado con mano firme; habrá una represión simbolizada por el látigo de hierro que define la normativa con la que serán regidas las naciones.
9) Satán, que había sido atado al término de los siete años, será desatado al final del milenio. Reunirá a los pueblos para la rebelión final, pero será destruido por fuego. Viene luego el juicio del gran trono blanco y el establecimiento del Reino eterno.
10) La relación entre la Iglesia glorificada y la tierra no queda clara, pues han existido gran diversidad de opiniones. Algunos dicen que la Iglesia participara en el milenio, pero la mayoría se inclina por creer que su hogar está en los cielos, aunque puede hacer visitas a la tierra.(13)

4. El milenio dispensacionalista será un reino judío

En el esquema que precede es evidente que los judíos ocupan un lugar prominente. Todas las profecías les tienen por objetivo. El milenio será un reino judío, Lo que tiene que pasarles a ellos es lo que ocupa mayormente a los profetas y a las porciones proféticas del Antiguo Testamento, así como la mayor parte de los Evangelios y otros escritos novotestamentarios. Si hacemos la cuenta, nos percatamos de que, según el esquema dispensacional, hay más páginas bíblicas para los hebreos que para la Iglesia cristiana. Pero el caso es que, según este esquema, ni siquiera los judíos que vivan en el milenio serán regenerados. En fin de cuentas, todo ello es el resultado de un literalismo extremo en conexión con el reino judío, identificado con el Reino del Mesías. La Iglesia es, siempre, un capítulo aparte. C. C. Ryrie afirma: «...lo que hace a la Iglesia distinta, y no un Israel espiritual... Los redimidos en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia de esta dispensación, son la continuación de la línea de redimidos de otras edades, pero forman un grupo distinto en la Sion Celestial.(14) Ryrie cita seguidamente Hebreos 12:22-24, que bien leído y a tenor de una exégesis seria, dice precisamente lo contrario de lo que él pretende afirmar en su defensa del dispensacionalismo. Pero, en esto como casi en todo. Ryrie sigue a Scofield. (15) Tal vez el lector, como yo, no había pensado nunca que Dios pudiera hacer tales discriminaciones, o muros de separación, en la eternidad. Para mí, tal idea es del todo inaceptable. Pero veamos qué es lo que afirma el mismo autor; «Si el énfasis dispensacionalista en la distintividad de la Iglesia parece resultar en una "dicotomía", dejémosle estar en pie mientras sea resultado de una interpretación literal.» (16) En otras palabras, la interpretación literalista lo justifica todo. Al literalismo le está permitido todo, aunque llegue a conclusiones que chocan con la analogía de la fe y el consenso general del mensaje bíblico.

Más, como ya indicamos, todos estos elementos genuinamente dispensacionalistas de la nueva manera de interpretar las profecías se apoyan, sobre todo, en una visión futurista del cumplimiento profético. Es decir: los grandes eventos profetizados se cumplirán al final, sin excepciones. Todo es para el final, luego que la Iglesia haya desaparecido del escenario terrestre. Es el esquema de los jesuitas Ribera, Bellarmino y Lacunza que sirvió a la Contrarreforma y que los dispensacionalistas toman prestado de ellos.

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Notas:

10. En The Great Parenthesis (Zondervan. Grand Rapids, 1943), p. 23.
11. Biblia Anotada de Scofield, nota 1 a Daniel 11:35.
12. En The Basics of Millenium Faith, pp. 23-26.
13. Hemos oído a algunos dispensacionalistas que, sin titubear. aseguran que la Iglesia estará
en una especie de satélite artificial suspendido sobre la tierra durante el milenio.
14. En Dispensacionalismo Hoy, p. 173,
15. Véase nota a Hebreos 12:23 en la Biblia Anotada de Scofield. p. 1259. Se diría que Scofield
excluye a los santos del Antiguo Testamento. a los que vivieron en el periodo de la «tribulación» que ellos suponen habrán de pasar los judíos y los gentiles —una vez «arrebatada» la Iglesia—, y a los del milenio, del cielo de los cristianos glorificados. En cualquier caso. Ryrie escribe: «forman un grupo distinto de la Sion celestial».
16. O. ci., p. 173.
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A. Contexto histórico actual del Dispensacionalismo como una forma Sionista
Según Stephen Sizer, autor de Sionismo Cristiano (2003), el moderno sionismo cristiano viene definido en gran parte por la noción de dispensacionalismo, es decir, por la idea de que la Humanidad ha de pasar por siete períodos de pruebas divinas que culminarán en el Armagedón y en la Segunda Venida de Cristo. Según algunos, todo esto encaja nítidamente con otra poderosa corriente de la ideología derechista: el sionismo cristiano. En esta escatología, los judíos y el moderno Estado de Israel juegan un papel tan central que el sionismo, el dispensacionalismo y el sionismo cristiano son a la postre prácticamente intercambiables.

B. La centralidad de Israel para los sionistas cristianos

Como explica Sizer, el sionismo cristiano proclama no solamente que todo acto ejecutado por Israel está orquestado por Dios y debería ser condonado, apoyado e incluso ensalzado por todos, sino que los judíos liderarán el proceso ya que, según la interpretación sionista, ello hará recaer la bendición divina sobre todo el mundo en la medida en que los países reconozcan y respondan a lo que Dios obre en y a través de Israel.
Sizer define el sionismo cristiano en base a siete postulados:
  • 1.- Hermenéutica literal
  • 2.- Los judíos continúan siendo el pueblo elegido de Dios
  • 3.- Los judíos tienen derecho divino sobre la tierra de Oriente Medio
  • 4.- Jerusalén es la capital exclusiva de los judíos
  • 5.- El templo judío debe ser reconstruido
  • 6.- Los árabes son los enemigos del pueblo de Dios
  • 7.- El fin del mundo llegará pronto en la gran batalla del Armagedón, pero los cristianos que apoyen a Israel sobrevivirán.
Este movimiento religioso hunde sus raíces en la Reforma Protestante, en cuyo seno la Biblia fue enseñada dentro de un contexto histórico contemporáneo, atribuyéndosele un significado literal. La escatología puritana, que llegó a ser dominante en el protestantismo estadounidense ya para finales del siglo XVII (piénsese en Jonathan Edwards y Cotton Mathers), asumió un carácter postmilenarista, enseñando que la conversión de los judíos traería consigo la bendición futura para toda la Humanidad.

En Gran Bretaña, donde el dispensacionalismo maduró, el sionismo cristiano produjo figuras tan influyentes como Lord Shaftesbury, Lord Arthur Balfour y Lloyd George (la propia reina Victoria asumió el título de Protectriz de los Judíos). Balfour trabajó estrechamente con el líder sionista Haim Weizmann (que llegaría a ser el primer presidente del Estado de Israel) para producir lo que se conocería como la Declaración Balfour. Considerada como la primera gran declaración de apoyo al sionismo realizada por una potencia mundial, proclama de forma un tanto insincera que “El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un Hogar Nacional para el pueblo judío, y empleará sus mejores empeños para facilitar el logro de dicho objetivo, dejando claro que nada se hará que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no-judías ya existentes en Palestina”. En una fecha tan temprana como ésa los sionistas cristianos privilegiaron los derechos de los judíos sobre los de los palestinos —en realidad, ignoraron completamente los derechos de los “nativos”.

Aunque el sionismo cristiano cuenta con reductos de poder en otros lugares —en Holanda y Escandinavia, por ejemplo, así como entre muchos sionistas de los países del Tercer Mundo—, su centro real lo constituye sin duda Estados Unidos, a donde fue llevado desde Inglaterra a mediados del siglo XIX por John Nelson Darby, personaje descrito por Sizer como “el padre del Dispensacionalismo” y que hizo de la idea de un Israel renacido la piedra angular de su teología apocalíptica. Darby, dice Sizer, “ha ejercido probablemente mayor influencia en el pensamiento apocalíptico [end-time thinking] que ninguna otra figura en los dos últimos siglos (aunque rivaliza con él la serie “Relegados”, de Hal Lindsey Tim LaHaye, influido por él). A falta de un poderoso movimiento sionista, el sionismo cristiano estadounidense surgió de la confluencia de estas complejas asociaciones, evangelistas, premilenaristas, dispensacionalistas, milenaristas y protofundamentalistas. Los sionistas cristianos ya no esperaban que el arrepentimiento nacional judío precediera a la restauración; podría aguardar hasta después de la vuelta de Jesús con el milenio”.

Darby predicaba que Dios tiene dos pueblos distintos y separados: la Iglesia —su pueblo divino— y los judíos —su pueblo terrenal. Aunque ambos funcionan como una unidad, en realidad, tal como ya indicamos, los judíos asumen un papel de liderazgo a través de Israel. Por el contrario, los dispensacionalistas ven dos tipos muy distintos de “dispensa” al final de los tiempos. Mientras que los cristianos disfrutan de la Segunda Venida y la salvación del Milenio, los judíos, sus supuestos aliados, padecen un destino muy diferente: en el Armagedón dos tercios de los judíos mueren y el tercio restante se convierte al cristianismo, condición necesaria para la Segunda Venida. El dispensacionalismo tiene poco de teología amistosa con los judíos. A pesar de ello, las tres principales clases de dispensacionalismo —el Apocalíptico (preocupado por el Fin de los Tiempos, el Mesiánico (atareado evangelizando judíos para Jesús), y el Político (empleando medios políticos para defender y bendecir a Israel) — comparten los mismos postulados: compromiso con la literalidad bíblica, una escatología futurista y la restitución de los judíos a Palestina.

Varios dispensacionalistas han jugado un papel básico en la definición del moderno sionismo cristiano. William E. Blackstone, que predicaba que los judíos gozaban de un derecho bíblico sobre Palestina y pronto serían devueltos a esa tierra, apoyó económicamente a Darby y trabajó estrechamente con Louis Brandeis, el miembro judío de la Corte Suprema y pionero líder sionista estadounidense que en cierta ocasión proclamó: “Tú [Blackstone] eres el Padre del Sionismo puesto que tu trabajo precede al de Herzl”. Cyrus Scofield, cuya Biblia de Referencia Scofield, publicada en 1918, ha sido descrita como “la Biblia del fundamentalismo estadounidense”, jugó un papel clave en la fundación del Seminario Teológico de Dallas, el principal brazo académico del dispensacionalismo (desde donde Lindsay predica). La independencia de Israel en 1948 y su arrolladora victoria en la Guerra de los Seis Días de 1967, premonitorias del Armagedón, galvanizaron a los sionistas cristianos, pero solamente con la elección en 1976 del presidente Jimmy Carter —un cristiano “renacido”—, que coincidió con la elección en 1977 de Menahem Begin como Primer Ministro de Israel, comenzaron a fusionarse verdaderamente en serio como una fuerza política organizada dentro del sistema político estadounidense, una tendencia que quedó consolidada por la ulterior elección de Reagan y por la emergencia de la “Mayoría Moral” de Jerry Falwell. No solamente el lobby judío sionista de los USA tenía un campeón en la Casa Blanca, sino que sionistas cristianos, incluidos el Fiscal General Ed Meese, el Secretario de Defensa Casper, el Secretario de Interior James Watt y, desde luego, el propio Reagan, accedieron por primera vez al poder político. Lindsay, Pat Roberson y Falwell, que en 1982 fue invitado por Reagan a dar una charla al Consejo Nacional de Seguridad, obtuvieron acceso formal a los líderes y gestores políticos estadounidenses.

Hoy, Jerry Falwell, que llama al “Cinturón Bíblico” estadounidense el “Cinturón de Seguridad” de Israel, calcula que existen 70 millones de sionistas cristianos y 80.000 pastores sionistas cuyas ideas son diseminadas por 1.000 emisoras cristianas de radio y 100 cadenas cristianas de televisión. Constituyen de forma clara una facción dominante del Partido Republicano y representan un cuarto de los votantes de Bush.

II. Conceptos amilenialistas sobre el pueblo de Israel


La conversión de la pleroma de Israel*

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hablan de la futura conversión de Israel, Zac. 12:10: 13:1; II Cor 3:15, 16; y Rom. 11:25-29 parece que relaciona esta conversión con el fin del tiempo. Los premilenaristas han explotado esta enseñanza espiritual para su propósito particular. Sostienen que habrá una restauración nacional y una conversión de Israel, que la nación judía será reestablecida en la tierra santa, y que esto tendrá lugar inmediatamente antes o durante el reino milenial de Jesucristo. Sin embargo, es muy dudoso que la Escritura autorice la esperanza de que Israel sea finalmente reestablecido como una nación, y que como nación se vuelva al Señor. Algunas profecías del Antiguo Testamento parecen predecirlo, pero estas deberían leerse a la luz del Nuevo Testamento. ¿Justifica el Nuevo Testamento la esperanza de una futura restauración y conversión de Israel como nación? Tal cosa no se enseña, ni necesariamente está implicada en pasajes como Mat. 19:28, y Luc. 21:24, que son los que se citan frecuentemente a favor de esa doctrina. El Señor habló muy claramente de la oposición de los judíos al espíritu de su reino, y de la certeza de que ellos, que en un sentido serían llamados los hijos del reino, perderían su lugar en él, Mat. 8:11,12; 21:28-46; 22:1-14; Luc. 13:6-9. Informó Jesús a los malvados judíos que el reino sería quitado de ellos y dado a una nación que diera los frutos consiguientes, Mat. 21:43. Y aun cuando habló Jesús de las corrupciones que en el curso del tiempo invadirían la iglesia, de las tribulaciones que ella encontraría, y de la apostasía en que por último desembocaría, con todo no señala el Señor hacia una restauración proyectada ni hacia una conversión del pueblo judío. Este silencio de Jesús es muy significativo.

Ahora podría decirse que Rom. 11:11-32 ciertamente enseña la futura conversión de la nación de Israel. Muchos comentadores adoptan este concepto, pero aun cuando estuviera en lo correcto el tema se presta a considerable duda: En los capítulos 9-11 el apóstol discute el problema de cómo las promesas de Dios a Israel pueden ser reconciliadas con el rechazamiento que de ellas ha hecho gran parte de Israel. Primero que todo, señala en los capítulos 9 y 10 que la promesa tiene aplicación, no al Israel según la carne, sino al Israel espiritual; y en segundo lugar que Dios todavía tiene sus .elegidos de entre Israel, que hay entre ellos un resto de acuerdo con la elección de gracia, 11: 1-10. Y aun el endurecimiento de la mayor parte de Israel no es el propósito final de Dios, sino, más bien, un medio que en su mano trae salvación a los gentiles, para que estos, a su vez, gozando las bendiciones de la salvación, provoquen a Israel a celos. El endurecimiento de Israel siempre será parcial nada más, porque a través de todas las subsiguientes centurias siempre habrá algunos que acepten al Señor. Dios continuará reuniendo a su resto de elegidos de entre los judíos durante toda la nueva dispensación hasta que la plenitud (pleroma, es decir, el número de los elegidos) de los gentiles haya entrado, y de esa manera (mediante este proceso) todo Israel (su pleroma, es decir, el número completo de verdaderos israelitas) será salvo. “Todo Israel” debe ser entendido como una designación, no de toda la nación, sino de todo el número de los elegidos de entre el pueblo del pacto antiguo. Los premilenaristas toman el versículo 26 con el significado de que, después de que Dios haya completado su propósito con los gentiles, la nación de Israel será salva, pero el apóstol dijo al principio de su discusión que las promesas eran para el Israel espiritual; no hay evidencia de un cambio de pensamiento en la sección intermedia, de manera que venga como una sorpresa el versículo 11:26; Y el adverbio houtos no puede significar “después de eso”, sino solamente “según este proceso”. Con la plenitud de los gentiles llegará también la plenitud de Israel.

III. Conceptos Postmilenislistas sobre Israel

La conversión de los judíos*

El segundo gran acontecimiento que según la fe común de la iglesia debe preceder a la Segunda Venida de Cristo es la conversión nacional de los judíos. ... Que debe haber una conversión nacional de este tipo se puede argumentar:

1. Por el llamamiento y destino originales de este pueblo. Dios llamó a Abraham y le prometió que por medio de él, y en su simiente, serian benditas todas las naciones de la tierra. Concertó con él un pacto solemne, comprometiéndose a ser su Dios y el Dios de su posteridad hasta las últimas generaciones; y que ellos serían Su pueblo. Estas promesas han sido cumplidas hasta el día de hoy; Dios preservó a los hebreos, aunque relativamente pocos en número en media de naciones hostiles, de la destrucción o dispersión, hasta la venida de la prometida simiente de Abraham y de la consumación de Su obra redentora. Esta confirma la seguridad de que las otras promesas tocantes a este pueblo serán plenamente cumplidas.

2. El segundo argumento es en base del tenor general del Antiguo Testamento tocante al pueblo escogido. Aquellas profecías van por un ciclo regular a menudo repetido en formas diferentes. El pueblo es reprendido por sus pecados y amenazado con severos castigos; cuando el castigo es infligido, y la nación llevada al arrepentimiento, siguen uniformemente promesas de restauración y favor. Isaías predijo que el pueblo seria llevado en cautividad por su idolatría, pero que un remanente seria restaurado a la tierra, y que les serían vueltos a dar sus privilegios. Joel y Zacarías predijeron que por su rechazamiento del Mesías serian dispersados hasta los fines de la tierra, pero que Dios les volvería a traer, y que Su favor no les sería quitado de manera definitiva. Así aparece en todos los profetas. Como todos los lectores de la Biblia están familiarizados con estas predicciones generales, no es necesario especificarlas.

3. Hay en el Antiguo Testamento predicciones expresas de su conversión nacional a la fe en Aquel a quien habían rechazado y crucificado. Asó, en Zacarías 12 se afirma: «Derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.» Esto será una conversión nacional, porque se dice que «la tierra lamentará», cada linaje aparte...

4. Pero el pasaje más decisivo que tiene que ver con esta cuestión, y que puede ser tomada «instar omnium», es el capítulo undécimo de la Epístola a los Romanos. Pablo había enseñado: (A) Que Dios había desechado a los judíos como nación porque ellos, como nación, representados por el Sanedrín, el Sumo Sacerdote, los escribas y los fariseos, sus gobernantes de todas clases, y por la voz popular, habían rechazado a Cristo. «A los suyos vino, más los suyos no le recibieron.» Por ello, Dios los desechó como nación. (B) Sin embargo, él nos enseña aquí que este desechamiento no es total. Había «un remanente conforme a la elección de gracia» que creyó en Cristo y que fue recibido a Su reino. (C) Este desechamiento nacional de Israel, así como no era total, tampoco iba a ser definitivo. Iba a continuar hasta la entrada de los gentiles. Dios había hecho pacto con Abraham que su posteridad seria Su pueblo; porque «los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables.» Así, aunque desgajados por un tiempo del olivo, han de ser injertados otra vez. (D) Y así «todo Israel será salvo.» Se puede dudar de que esto signifique a los judíos como nación, o todo el pueblo escogido de Dios incluyendo tanto a judíos como gentiles. Pero en todo caso, visto el contexto, es una promesa de la restauración de los judíos como nación. Por ello, ha de haber una conversión de los judíos. ...

Así las Escrituras, tal como han sido generalmente comprendidas en la Iglesia: enseñan que antes de la Segunda Venida ha de haber el recogimiento de los paganos; que el Evangelio ha de ser predicado a todas las naciones; y también que ha de haber una conversión nacional de los judíos; pero no debe inferirse de ello que todos los paganos o todos los judíos han de volverse verdaderos cristianos. En muchos casos la conversión puede ser sólo nominal. Habrá probablemente suficientes que permanecerán sin cambios en su corazón para ser el germen de aquel poder perseguidor que traerá aquellos días de tribulación que la Biblia parece enseñar han de preceder de inmediato a la venida del Señor. 

IV. INTERPRETACIÓN DE SAN PABLO SOBRE ISRAEL SEGÚN LA CARTA A LOS ROMANOS CPS. 9-11

A. Para Pablo, el verdadero israelita o judío del cual nos habla en su carta no es cada israelita o judío sin excepción por haber nacido dentro de la tierra, costumbres y cultura judía, sino “los hijos según la promesa” o los “descendientes espirituales de la fe de Abraham” (9:6-23, cf. vv. 27,29; 11:1-10). En otras palabras, los creyentes en Cristo de entre el pueblo de Israel. No todo judío por ser judío es salvo.

B. La inclusión de los gentiles en el plan de Dios para salvación (9:24-26-10:1-21; 11:11-36).

C. Tanto los judíos como gentiles pero creyentes, es decir, los convertidos que han creído en Cristo como el verdadero Mesías son salvos por la gracia de Dios mediante la fe.

D. La Iglesia cristiana es ahora el verdadero Israel de Dios, judíos y gentiles (Efesios 2:11-22; Ef. 3:1-8; cf. Gál. 6:16 según Comentario del Nuevo Testamento, Gálatas por William Hendriksen, pp. 254-256).


* Esta parte corresponde al capítulo 23 del libro Escatología Final de los Tiempos, Tomo VII, Editorial Clie, 1977, por José Grau.
* Material extractado de Teología Sistemática por Luis Berkhof (Gran Rapids, MI, USA: Editorial Tell, 1987), pp.836-838.
* Esta sección ha sido tomada de Charles Hodge, Teología Sistemática, (Tarrasa, Barcelona, España: Editorial Clie, 1991), pp. 627-629.

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