martes, 7 de octubre de 2014

EL CONCEPTO DE APÓSTOL EN EL NUEVO TESTAMENTO

Por: Mag. Israel Osorio


CONSIDERACIONES ETIMOLÓGICAS Y LINGÜÍSTICAS DEL CONCEPTO “APÓSTOL” EN EL NUEVO TESTAMENTO


El vocablo apóstol se encuentra alrededor de 80 veces en el N.T., donde toma una connotación eminentemente cristiana tanto que la palabra llega a ser una transliteración y no una traducción del griego ἀπόστολος (apóstolos). Este sustantivo proviene del verbo ἀποστέλλω (apostéllo) que significa enviar[1]. Verbo que ocurre más de 130 veces en el N.T. siendo muy abundante especialmente en los evangelios y en el libro de Hechos de los apóstoles.

Fuera del N.T., en la literatura extra bíblica, el verbo ἀποστέλλω tiene una connotación más amplia llegando a significar o a describir al almirante de una flota marítima y en muchas ocasiones se refiere a la flota misma[2]. En el comienzo mismo y en el griego antiguo el concepto del término ἀπόστολος (apóstolos) difería un poco del que más tarde tomó en el N.T., donde el término se usa para designar a un delegado comisionado y plenamente autorizado[3].

En lo que tiene que ver con el griego del A.T., en los LXX  aunque el verbo ἀποστέλλω es muy abundante, el sustantivo ἀπόστολος se encuentra una sola vez (véase LXX, 3 Re 14:6) para designar a un profeta comisionado.[4] En este sentido en el N.T. Jesús es llamado ἀπόστολος (He 3:1) pues fue el enviado del Padre para traer la revelación definitiva de una vez y para siempre. 

DIVERSOS USOS DEL TÉRMINO “APÓSTOL” EN EL N.T.

En el N.T., el término “apóstol” es usado en varios sentidos. En primer lugar, el vocablo es usado para designar a los doce discípulos elegidos por Jesús para acompañarlo y ayudarlo en su misión durante todo el tiempo que el Señor vivió en la tierra y especialmente para ser testigos de su resurrección (Hch 1:21-22) este grupo es denominado por Mateo y Lucas en cuatro ocasiones como “sus doce discípulos” (Mt 10:1; 11:1; 20:17; Lc 9:1) o “los doce apóstoles” (Mt 10:2; Lc 6:13; Ap 21:14) estos conforman un grupo muy especial designado más comúnmente por el N.T. como “los doce”, en 26 ocasiones.

En segundo lugar, el N.T. tiene también una manera no oficial sino más bien funcional[5] de usar el término “apóstol”, en este grupo bien pueden estar incluidos miembros del grupo de los doce junto con los que no pertenecen al grupo oficial de los doce (Hch 14:4, 14; 1 Co 4:9; 15:7, 9; Ga 1:18; 1 Ts 2:6).

En tercer lugar el vocablo también toma en el N.T. un sentido más amplio en donde es usado para designar a emisarios comisionados como mensajeros de algunas iglesias (2 Co 8:23; Flp 2:25)[6]. En este sentido la palabra “apóstol” debe ser interpretada teniendo en cuenta la perspectiva cronológica, pues desde este punto de vista, el sentido que el vocablo tiene en el año 29 ó 30 d.C. en el contexto de Jesús, difiere un poco del sentido que toma 15 ó 20 años después en el contexto de Pablo, donde designa a un grupo más amplio que el de los doce y donde sencillamente connota “mensajero”, “enviado”, lo que más tarde llegó a ser el equivalente de “misionero” y en este caso se asocia con el establecimiento de iglesias.

En cuarto lugar, otro sentido en el que es usado el vocablo “apóstol” es para designar a los “falsos apóstoles y obreros fraudulentos”  (2 Co 11:13) y a los que se autonombraban apóstoles y que pululaban por muchos lugares entre la cristiandad primitiva (Ap 2:2).

Hoy por hoy, debido a que cada cristiano se hace emisario de la gran comisión puede decirse entonces de los cristianos que son “apóstoles” en el sentido más amplio y extendido del término.

LA IMPORTANCIA RELEVANTE DE LOS DOCE APÓSTOLES EN EL N.T. Y EN LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS

Los evangelios nos cuentan que de entre los discípulos que seguían a Jesús él “escogió a doce” a quienes constituyó “apóstoles” (Lc 6:13; Mc 3:13-14; Mt 10:1,2a; 11:1) estos “doce discípulos” o “doce apóstoles” forman un grupo especial entre un número mayor de discípulos. El objetivo es el de que estuvieran con él y enviarlos a predicar con plenos poderes[7].

La importancia relevante de los doce apóstoles se debe, por una parte, a que fueron los testigos oculares del Cristo resucitado y los primeros que proclamaron de manera definitiva y para todos los tiempos el evangelio de la gracia de Dios revelado en Jesucristo, en este sentido llegaron a constituirse en “columnas y fundamento” de la iglesia.  En segundo lugar, su gran importancia radica en que en lo sucesivo, y en el marco de las grandes diatribas y enfrentamientos con los movimientos de carácter espurio y herético, la pertenencia al círculo de los doce apóstoles se convirtió en criterio de ortodoxia dentro de la iglesia cristiana. Así, la iglesia de todos los tiempos debe entenderse apostólica, esto es, vinculada y afirmada en las enseñanzas de los apóstoles del Señor Jesucristo en su fase originaria y normativa[8].

En el N.T. el grupo de los “doce apóstoles” forma un grupo especial que se distingue netamente del grupo más amplio de “apóstoles” que rebasa el número de los doce y que fueron comisionados como “enviados” como “misioneros” para realizar la obra de evangelización y la de fundar iglesias.

Como testigos oculares del resucitado y como fundamento de la iglesia, los doce apóstoles son algo irrepetible, insustituible e irremplazable.  En este sentido, el colegio apostólico de los doce no puede tener sucesores y no tienen sucesión apostólica. En virtud de esto los doce apóstoles son el fundamento de la iglesia, no sólo de comunidades aisladas sino dela iglesia de todos los tiempos y de todos los lugares (Ef 2:20; Ap 21:14). Después de la muerte de los apóstoles, el apostolado como testimonio ocular de la resurrección y como elección no puede tener continuación. No se extingue, sin embargo la misión confiada a los doce apóstoles ya que esta abarca la propagación del evangelio a todas las naciones hasta el fin de los tiempos. La apostolicidad de la iglesia consiste no en una sucesión física de individuos como colegio apostólico sino en virtud del mensaje, la fe y la obediencia a las enseñanzas y ordenanzas apostólicas consignadas en el N.T. En este sentido, todo cristiano se encuentra situado en la sucesión de aquella actividad de los apóstoles que edifica a la iglesia y tiene una responsabilidad en común con el ministerio de los pastores. Desde la apostolicidad así entendida, podemos afirmar que la iglesia toda como cuerpo de Cristo edificada sobre el fundamento de los apóstoles es la sucesora de los apóstoles, pues ella se encuentra ligada permanentemente a su comienzo fundacional porque es la depositaria de la fe que fue dada de una vez para siempre (Judas 3)[9].

Esto implica que la iglesia debe estar y permanecer conformada permanentemente al testimonio de los apóstoles que está consignado en la Biblia, en forma especial en el N.T., así, la iglesia como cuerpo, y cada uno de sus miembros, deben fidelidad al testimonio apostólico que es la expresión del testimonio del Señor de la iglesia, el Señor Jesucristo, quien es el fundamento último de la iglesia.
Lo que distingue al grupo de los doce apóstoles en forma decisiva es el haber recibido el llamado directamente y personalmente de labios del Jesús terreno; el haber vivido con Jesús y haberlo acompañado durante todo su ministerio; haber escuchado sus palabras y visto sus milagros; haberlo visto en distintas ocasiones después de resucitado (Hch 1:1-3) haber asistido a su ascensión al cielo y haber recibido de sus propios labios la gran comisión y la promesa del Espíritu Santo.

Todos estos hechos es lo que hace que el grupo de los doce apóstoles sea un grupo peculiar por encima de cualquier otro grupo o individuo, aún del gran apóstol Pablo. Pablo no es testigo ocular ni auricular de la vida, las enseñanzas y los milagros de Jesús mientras este estuvo en la tierra. Por ello cuando tiene que atestiguar ciertas cosas, Pablo se remite al testimonio de los doce; cuando en su discurso en Antioquía Pablo trata el tema de la resurrección de Jesús no lo fundamenta en su experiencia de Damasco, sino que san Pablo apela, como testigos, a los que subieron con Jesús de Galilea a Jerusalén, y a los que se apareció durante muchos días (Hch 13:31) dándoles múltiples pruebas de su resurrección (Hch 1:2-4) san Pablo está referido al testimonio de los doce, él tiene que recibir necesariamente este testimonio de ellos y sólo entonces puede él también transmitirlo.

Lo que le sucedió al apóstol Pablo en el camino a Damasco no es lo mismo que lo que habían vivido los “doce” en su experiencia con Jesús en la resurrección y en los días siguientes. Así, el gran apóstol Pablo se ubica en otro plano que los doce. En el caso de la experiencia de los doce con Jesús y la del apóstol Pablo: no se pueden equiparar las experiencias y el testimonio que dan los doce y el testimonio que da san Pablo, pues en el caso del testimonio de los doce no se suprime la conexión existente entre el Jesús resucitado y el Jesús de antes de la muerte, entre el Jesús de la historia terrena y el Jesús resurrecto. Esta conexión no se da en la experiencia de san Pablo; si se equiparan las dos experiencias, la de los doce y la de Pablo, se correría el peligro de considerar la experiencia de los doce como algo que ya no está en relación con el Jesús histórico y de ver en la predicación de ellos sobre el Resucitado el comienzo mismo de la nueva creación de la existencia cristiana[10]. Así para poder aparecer como testigos de la resurrección de Jesús,  no basta que el Señor se les haya aparecido a algunos, pues apenas sería posible pensar que todos los quinientos a quienes se les aparece el Señor resucitado (1 Co 15:6) cumplieran las condiciones expresadas en Hechos 1:21-22. Sólo podía ser testigo aquel que juntamente con los doce, ha convivido con el Señor todo el tiempo que él vivió entre ellos desde el bautismo de Juan bautista hasta la ascensión a los cielos.

Aquí hay que enfatizar también el papel que desempeñan los recuerdos de los sucesos que los doce apóstoles habrían grabado indeleblemente en la memoria y por ello estos sucesos podían ahora constituir el puente que enlazaba un tiempo con otro: su experiencia con Jesús terreno y luego con el Resucitado. Esto es, desde el bautismo de Jesús en el Jordán, pasando por la pasión y muerte, hasta su resurrección.

El testimonio de los doce apóstoles abarca todos estos acontecimientos y la revelación del Espíritu Santo que los interpreta como acontecimientos redentores y salvadores. Estas son las razones, entre otras, por las cuales el apostolado de los doce es algo único e irrepetible.

Hoy por hoy, sólo en el sentido más amplio del término “apóstol”, entendido como “mensajero” comisionado y enviado por una iglesia o iglesias y que se encuentra por lo mismo sujeto a quien lo envía y bajo su supervisión y cobertura, puede decirse que hay apóstoles y han existido en la vida y en la historia de la iglesia cristiana; pero no en el sentido en que hoy suele entenderse el concepto, considerando el apostolado como la mayor y única autoridad en la iglesia y por encima de cualquier otro ministerio.  Por el contrario, debe estar en función de la iglesia y sujeto a ella y al resto del ministerio y comprometido en la plantación de nuevas iglesias. En el capítulo 14 de Hechos, los apóstoles o misioneros enviados, después de realizar su trabajo regresan a la iglesia que los envió, presentan su informe, y ésta evalúa, estimula y apoya ( Hech. 13: 1-3; 14:24-28) Este en un ejemplo del verdadero apostolado en el N.T.  





[1] En su forma infinitiva griega ἀποστέλλειν (apostéllein)
[2] Cf. Coenen Lothar – Beyreuther Erich – Bietenhard, Diccionario teológico del N.T. Tomo I (Salamanca: ediciones sígueme, 1990), 139ss.
[3] Cf. Kitell Gerhard – Friedrich Gerhard, Compendio del diccionario teológico del N.T. (Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío, 2002), 74ss.
[4] Kitell Gerhard – Friedrich Gerhard, Compendio del diccionario teológico del N.T., 76.
[5] El apostolado puede considerarse tanto desde el punto de vista de la función como del puesto u oficio, esto último es referido al grupo especial de los doce escogidos en forma oficial por el mismo Jesús.
[6] En estos pasajes la versión RVR 60 traduce “mensajero” pero el vocablo original es ἀπόστολος (apóstol).
[7] Aunque el número doce no tiene nada que ver con el apostolado ni es lo esencial del mismo, sin embargo, dicho número no es casual sino que, así como el núcleo del antiguo pueblo de Israel lo constituyeron los doce patriarcas de Israel, así ahora los doce apóstoles forman el fundamento del nuevo Israel, el nuevo pueblo de Dios. Esto se ve con claridad en el hecho de que cuando el número de los doce apóstoles quedó incompleto por la desaparición de Judas los once tuvieron que restablecer el número con la elección de Matías (Hch 1:15-17,21-26) Jesús mismo establece algún paralelo entre los doce apóstoles y las doce tribus de Israel (Mt 19:28; Lc 22:30; véase también Ap 21:12,14) podemos notar que una vez muerto Santiago, uno de los doce, ya el grupo no siente la necesidad de remplazarlo por otro personaje como sí sucedió cuando faltó Judas. Esto les da a los “doce” un carácter particular y una función y significación fundamental que los distingue completamente de los demás miembros de la iglesia del primer siglo.
[8] La idea evangélica protestante de apostolicidad, a diferencia del catolicismo, no depende de la sucesión apostólica de sus ministros eclesiásticos sino de la permanencia de la iglesia en el mensaje y la doctrina apostólicos.
[9] Aunque la versión RVR traduce “la fe que ha sido una vez dada a los santos” el sentido del ἅπαξ sería mejor traducirlo aquí como “una vez para siempre” como He 9:26.
[10] Este es el camino que recorre R. Bultmann cuando considera el kerigma apostólico (en este caso, con la admiración y el respeto que el profesor Bultmann nos merece, tenemos que disentir de su postura y frente a ella hay que destacar la diferencia que existe entre lo que le sucede a los doce y lo que le sucede a san Pablo cuando se les aparece respectivamente el Jesús resucitado, y por consiguiente, la diferencia de su testimonio).