martes, 29 de marzo de 2016

JUSTICIA Y PAZ EN EL NUEVO TESTAMENTO

Por: Lic. Germán Suárez



Una ponencia no es una imponencia. Quiero decir que es solo una opinión o propuesta que no tiene que ser aceptada por usted, si no quiere. Hasta las más profundas y rigurosas investigaciones tienen sus contradictores, y esta no es ni rigurosa, ni profunda. Así que esa famosa expresión utilizada por la mayoría de nosotros los profesores “está demostrado” para mandar callar al estudiante contradictor y molesto, puede ser fácilmente desmentida, porque está demostrado que la relatividad en el conocimiento, es exactamente igual que en las comidas. Como diría el boyaco: “En gustos es como el que come cocido”. En el conocimiento también.

Hablando del conocimiento, quiero hacer para ustedes una serie de preguntas profundas, como lo son todas mis inquietudes. Por supuesto atañen al tema de esta ponencia. Respóndanlas mentalmente:

1.     ¿Cree usted que fue justo todo lo que les pasó a las hermanitas Calle?
2.  ¿Siendo Radamel Falcao un creyente evangélico, es justo que le sucedan todas esas cosas?
3.    ¿En medio de tanta contrariedad en su vida y la de su hogar, James Rodríguez tendrá paz en su corazón?
4.    ¿Es primero la paz y luego la justicia, o primero la justicia y después la paz?
5.    ¿En que se parece la paz que se percibe en un acuario con solo bailarinas, a la que dice Jesús que él ofrece?

UNA JUSTICIA O VARIAS, UNA PAZ O MUCHAS.

La justicia y la paz tienen tantas definiciones y perspectivas como autores, escuelas, ideologías, eruditos, bruticos y hasta teologías.  En el Nuevo Testamento no hay un solo concepto de justicia. Tampoco uno solo de paz. Déjenme explicarme.

JUSTICIA  DIKAIOSUNE por ejemplo, de acuerdo al DTDT, aparece 34 veces en Mateo  y en las epístolas de Pablo (17 en cada una) (Coenen, 1990). Otras tantas en Lucas, evangelio y primera carta de Juan.  Se encuentra además en Efesios y las cartas pastorales, en Hebreos, Santiago, así como en la primera y segunda carta de Pedro. Estamos hablando de que con unas pocas excepciones (Colosenses Judas y Filemón) dikaiosune, o algunas de sus acepciones, están en prácticamente todo el Nuevo Testamento. El problema es que no significa lo mismo para todos, o por lo menos las connotaciones, no son las mismas.

Comencemos por el que más les gusta: El apóstol Pablo. Para este siervo, la justicia solo es de Dios. Filipenses. 3: 9 “... no teniendo mi propia justicia, que se basa en la Ley, sino la que se adquiere por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios y se basa en la fe.” Por lo tanto, no puede ningún humano sea judío o gentil llamarse justo, pues no existe en su teología posibilidades de encontrarse un humano justo. Y menos una humana. Romanos 3: 10-11 “como está escrito: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios…” En ese sentido, como no hay justo tampoco puede haber justicia; ya que todas las creaturas están bajo el pecado y por ende bajo condenación, Romanos 3 23 “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”. Como la justicia solo reside en Dios, entonces solo hay una forma de recibirla. Por la fe en Cristo Jesús.  Romanos 1. 17 “pues en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: más el justo por la fe vivirá”, Romanos 10 3, 9-10; Gálatas 2 16. En realidad, Pablo considera que solo así somos justificados, es decir, perdonados o exonerados. Romanos 5. 1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,”. No existe, para Pablo, posibilidad alguna de auto justificarnos. 1 Corintios 1 30.”Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” De manera que como él mismo lo dice: “nadie se jacte en su presencia” 1 Corintios 1.29.  

Las cartas pastorales y el escritor de Hebreos plantean un énfasis práctico en el tema de la justicia, previamente recibida por fe y por Gracia. 2 Timoteo 2 22 “huye también de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz…” Tito 3.5. “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. Esto significa que el creyente habiendo recibido la justificación por la fe, ahora debe seguirla 1 Timoteo 4 11 “Esto manda enseña…”, es decir que para ello debe usar y meditar en las Escrituras por las cuales se instruye para justicia, 2 Timoteo 3. 16 “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”.

Aparentemente, Santiago no está muy de acuerdo con Pablo. Su contundente postura se resume en 2 24 “Vosotros veis pues que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe”. Para nuestro propósito, Santiago ve la justicia como un asunto vivencial. La demostración de la justicia dada por Dios por medio de la fe en su Hijo, se expresa a partir de buenas obras. 

Radicaliza la posición de Santiago el autor de Primera de Juan2 29b. “…sabed pues que el que hace justicia es nacido de él.”  Así como en 3. 7 y 3.10. “El que hace justicia es justo como él es justo…todo aquel que no hace justicia y que no ama a su hermano no es de Dios”. Hasta Apocalipsis colabora 22 11. “…el que es justo, practique la justicia todavía,”
Por último los sinópticos, específicamente los evangelios de Mateo y Lucas, plantean la justicia desde la praxis evangélica. Para ellos, hombres y mujeres como José el padre de Jesús, Zacarías, Isabel, Simeón, José de Arimatea y Cornelio, aun antes de conocer a  Jesús, ya son considerados justos y hacedores de justicia. Mateo 1 19 “José, su marido, como era justo y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente”; Lucas 1, 5-6 “… ambos eran justos delante de Dios y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor”; Lucas 23. 50 “Había un varón llamado José, de Arimatea, (…) hombre bueno y justo”; Hechos 10 22 “Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios…”. Y Juan, el evangelio solitario, lo plantea desde la obra del Espíritu Santo 16 8 “el convencerá al mundo de justicia por cuanto voy al Padre”.

¿Qué hacemos con esto, sin haberlo dicho todo? Nada. Cada quien se queda con su concepto de justicia, o por lo menos con el énfasis de su escritor preferido. Sin embargo, como ejercicio pedagógico y peleológico, planteo para ustedes algunas ideas concretas fruto de mi reflexión sesuda.

1.     La justicia en el Nuevo Testamento es un tema de perspectiva. Si el enfoque es soteriológico, entonces ella le pertenece solo a Dios y en ese sentido, solo puede ser justo y hacer justicia un creyente. O sea, un evangélico. Si el enfoque es Ético, entonces se amplía el marco a cualquier persona que desee hacer las cosas correctamente y guarde el principio de equidad. Si el enfoque es social entonces la justicia estará ligada exclusivamente a la redistribución del ingreso y a la lucha por el derrocamiento de las estructuras de poder. Si el enfoque es espiritual, entonces solo se debe buscar la justicia en el Reino de Dios y las necesidades materiales básicas, serán cubiertas y no tendrán mayor importancia. Si el enfoque es político, no tengo idea, porque en la política no hay justicia.

2.    Según dos de los sinópticos (Mateo y Lucas) la Justicia es una necesidad apremiante de los pobres de Espíritu. Según Pablo, es un don de Dios gratuito y recibido por fe. Según Santiago, es un resultado de las buenas obras y la fe. Según Juan, es una lección práctica del Espíritu Santo.

3.    Para el Nuevo Testamento, la Justicia es el resultado maravilloso del encuentro del ser humano con la Gracia Salvadora de Jesús. Es la demostración de la presencia y Obra del Espíritu Santo en el creyente y en la Iglesia.

4.    Sin embargo, no se puede olvidar que la Justicia es solo el primer paso de un proceso espiritual, que continua con la piedad, la fe , el amor, la paciencia y la mansedumbre  (1 Timoteo 6 11)  O, paz y gozo del Espíritu Santo  Romanos 14 17 “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el espíritu Santo”

5.    Por último, la justicia de Dios nunca se podrá comparar con la justicia humana. Desde esa perspectiva Dios no es justo. Es Amor.

PAZ.   EIRENE Según el mismo DTDT el término aparece 91 veces. Se encuentra en los evangelios en 24 ocasiones: 4 en Mateo, 1 en Marcos, 13 en Lucas,  6 en Juan, 7 en Hechos, 43 en la literatura Paulina, 4 en Hebreos y 2 en Apocalipsis (Coenen, 1990).

Se puede hablar de una o varias teologías de la justicia, pero no tantas de la paz. La mayoría de los pasajes arriba mencionados, están haciendo referencia a salutaciones de bienvenida o despedida, como corresponde al origen hebreo y arameo del término y trasladado para los mismos fines al griego. Sin embargo, en los evangelios, particularmente en el de Juan, hay una especial visión acerca del concepto de paz. Pablo nos regala uno o dos pasajes que profundizan la temática como más allá de un saludo especial. Y en mi opinión, Santiago deja una perla sin duda preciosa y en ese sentido valiosa. Veamos:

Según Lucas, para Jesús, LA PAZ no es solamente un deseo de bienestar sino más bien una esencia. En el conocido capitulo diez, la misión de los 70, Jesús dice: 10. 6. “y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, vuestra paz regresará a vosotros” La paz es una especie de perfume que se esparce en el lugar en donde somos bienvenidos. Para efectos de la misión, y presumo que para lo demás, los discípulos de Jesús deberían apreciar la paz de su corazón como perfume de alto precio, de manera que no se podría desperdiciar en aquellos lugares en los cuales se les cerraban las puertas. Es cierto que la paz del ser se puede perder muy fácilmente. Debo eso si aclarar, que algunos “evangelizadores” no necesariamente es paz lo que llevan a las casas. A estos, por el contrario, no debemos darles nuestra paz… ni nuestra plata, ni nada…

El evangelio de Juan, es puntual al resaltar el legado de Jesús para sus discípulos. Les dejó su paz. 14 27 “La paz os dejo, mi paz os doy”. Por eso insisto que es una esencia. Pero en este pasaje, el tema concreto no es la paz misma, sino el como ella se otorga, a diferencia de como el mundo la da. ¿Y cómo la da el mundo? Bueno, para los discípulos era claro. No tanto para nosotros. En los tiempos de Jesús, La pax romana advertía una tregua en medio de la situación de servidumbre y vasallaje. Era una paz condicionada por la resignación y la entrega. La que Jesús ofrecía, estaba fundamentada en la libertad y en el gozo. Ni más ni menos, que por medio del Espíritu Santo. Recordemos una de las virtudes del fruto del Espíritu. Muy a propósito, Juan 16 33 reafirma “Estas cosas os he hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”.  

El apóstol pablo hace una recomendación relacionada con la paz. Efesios 4. 3. “solícitos en guardar la unidad del Espíritu, en el vínculo de la paz”.  Tiene mucho que ver con lo dicho por el evangelio de Juan. Si me permiten parafrasear diría. “Puntuales y diligentes, para conectarse al Espíritu Santo, por medio de los lazos de la paz”.  Es muy interesante, como la garantía de la presencia del Espíritu Santo, es la paz de nosotros y entre nosotros.

El mismo Pablo, pero escribiendo a los Filipenses, categoriza la Paz de Dios. “Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” Filipenses 4 7. O sea, que la paz de Dios, en el alma, es incomprensible pero además cuida nuestros sentimientos y pensamientos. Es decir, la base de nuestras intenciones y acciones. Si quieren más, lo que sigue, podría sellar lo que en el Nuevo Testamento es el poder de la paz de Dios en la vida del creyente, pues es posible que ella se convierta en la directora y jefe. “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, (…) y sed agradecidos” Colosenses. 3 15. Curioso, que una prueba de la presencia y soberanía de la paz de Dios en nuestra vida, sea nuestra capacidad para agradecer.

Bueno, entonces resumamos con algunas preguntas. O sea, a la mayéutica y concluyamos.

1.     Si la paz es un perfume valioso que no hay que desperdiciar de ninguna manera, me pregunto: ¿A qué olerá la guerra? Supongo que inmundo.
Entonces, ¿Cómo es que no lo captamos y nos apartamos?

2.    Si la Paz la otorga el Espíritu Santo, ¿De cuál paz se está hablando en la Habana?

3.    Por otra parte, si en efecto el Espíritu Santo está entre nosotros, y nos ministra la Paz de Dios, ¿Por qué tanto miedo?, ¿por qué tanto conflicto?, ¿por qué tanta ingratitud?

4.    a. ¿La paz se construye o se siembra?
b. ¿Cuánto demora para dar fruto?,
c. ¿Después de una cosecha qué sigue?


CONCLUSIONES

El apóstol Santiago corrige una aseveración muy de moda. “la paz y la justicia se construyen” Según el apóstol no es así. La paz y la justicia se siembran. Veamos. “Y el fruto de justicia se siembra en paz, para aquellos que hacen la paz” Santiago 3 18.

Los seres humanos podemos construir familia, empresa, personalidad, arrugas, barriga, país, pero justicia y paz no.  El salmo nos dice que la justicia florecerá y mucha paz se cosechará siempre. (Salmo 72. 7) El Nuevo Testamento no recuerda que la Justicia y la Paz son dones de Dios entregados a sus hijos, para ser esparcidos como semillas de amor, en medio de la tierra. La Gracia del Padre, permite recordar que los sufrimientos humanos, los repiten los siguientes humanos, porque no dejamos de cultivarlos. Generación tras generación, se cosechan conflictos, injusticias corrupción, guerras, celos, amarguras etc. La iglesia misma no ha dado un testimonio diferente. Los creyentes, por espirituales, pudientes e inteligentes que sean, no dejan de sufrir los avatares de las envidias, las codicias y persecución. Los escenarios más prósperos pueden distraernos y confundirnos, arrebatando la paz de nuestro corazón.

Ni la justicia, ni la paz, van primero. Van juntas, se besan y se abrazan para cumplir el propósito de Dios en la vida. Se siembran y se cosechan a la vez. No puede ir una sin la otra. Salmo 85, 10.

Cuando quieras saber a qué paz se refería Jesús cuando anuncio: la paz os dejo mí paz os doy, mira un acuario con bailarinas. Podrás descubrir lo que sigue de la descripción de la paz de Dios, testada por Jesús. “NO SE TURBE VUESTRO CORAZÓN NI TENGA MIEDO Juan 14 27 b. Tal cual, sin miedos, ni perturbaciones, solo la sensación de un Dios que nos ama sin límites y provoca una PAZ, más allá de todo lo que comprendemos.


Amar la justicia y privilegiar la paz en nuestra alma, es un signo o evidencia del Reino de Dios en nuestra vida

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