ANÁLISIS Y PRAXIS DE LA LEY Y LA GRACIA
EN LA IGLESIA COLOMBIANA
Lic. Germán E. Suárez N.
INTRODUCCIÓN.
Un pollo le dijo a otro. “me
gustaría cuando sea gallo cantar en el gallinero de los Bravo” Y el otro
pollito le responde “a mí me gustaría en el de los Rico” y otro dijo: a mí en
el gallinero de los Fino”. Otro pollo
que escuchaba sobre los sueños de sus
compañeros dijo: “a mí, simplemente me gustaría cantar bien”
A
decir verdad, es muy difícil hablar de
la Ley y la Gracia por el montón de
opiniones y posturas teológicas sobre estos dos temas. Tenemos propuestas que
van desde las más conservadoras y legalistas como la que si usted no guarda el sábado no se
salva, si no es hombre no puede predicar, hasta las más liberales y livianas
que dicen por ejemplo, que la Gracia nos
permite pecar y “gozar” de la vida en nuestro cuerpo porque la gratuidad
y efecto de la salvación es espiritual y no física. Se pueden aplicar todos los caminos
intermedios entre esas dos posiciones. Pero además, es prácticamente imposible plantear una idea precisa sobre predicación y práctica
de la ley, y la gracia en la Iglesia Colombiana, porque no sé de cuál Iglesia Colombiana
estamos hablando. Lo que quiero decir, es que para desarrollar esta temática
primero hay que responder por lo menos a estas tres preguntas.
- ¿Cuál
Ley?
- ¿Cuál
Gracia?
- ¿Cuál
Iglesia Colombiana?
Podríamos
estar cantando en el gallinero de nuestra preferencia. Sin embargo y a propósito
de lo que significa un seminario y los estudios teológicos, hay que profundizar
más para poder hablar con propiedad, no importa en cuál espacio pero con
sabiduría, equilibrio, amor y buen juicio. En pocas palabras desde el
Evangelio.
A
esta altura presumo que mis compañeros habrán respondido las dos primeras
preguntas e intuyo además, que nos han dejado muy claro qué es Ley y qué es
Gracia en la Biblia. Si puedo desarrollar mis ideas confiando en que no voy a
repetir y mucho menos contradecir, ya me
sentiré satisfecho.
PRIMERA PREGUNTA. ¿CUÁL LEY?
La de la Biblia. La que se refiere a la
Voluntad de Dios que obedece a su carácter y a su esencia. No la que
complicaron y malinterpretaron los falsos profetas, algunos necios y legalistas
sacerdotes, algunos rabinos con lecturas particulares y sesgadas y obviamente, no esa que surgía de la interpretación
farisaica y saducea en los tiempos de Jesús, ni de legalistas e ignorantes
(léase no conocedoras de la ley) de todos los tiempos. Es esa que definió y
describió el salmista: La ley de Dios es Perfecta (Santa e intachable). Esa misma que convierte el alma, hace sabio al ignorante,
alegra el corazón, ilumina los ojos, es justa y eterna”. (Salmo 19: 7-9ss)
Está
Ley por supuesto es Bíblica. No judía;
ni siquiera antiguo testamentaria. Es esa que nos permite disfrutarla
por su dulzura y valorarla como el más
grande tesoro. La misma que me corrige para ser mejor y me enseña a ser
humilde. La que al final me hace íntegro y me guarda de la apostasía. (Salmo
19: 12-14)
SEGUNDA PREGUNTA ¿CUÁL GRACIA?
La que está fundamentada en el amor de Dios.
La misma que enseñó y practicó Jesús y derribó las fronteras existentes entre
Dios y el hombre. Gracia es la profundización de la ley de Dios manifestada en
intimidad con Él, en paz, en reconciliación, en libertad, en belleza, en
bondad. La que hizo del creyente lo que es y lo que hace, en las palabras del
Apóstol. “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en
vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la
gracia de Dios conmigo” (1 Corintios 15:10). En este sentido, Gracia es
evangelio.
TERCERA PREGUNTA ¿CUÁL IGLESIA
COLOMBIANA?
Si la respuesta a esta pregunta se da a partir
de lo histórico y sociológico, entonces estamos hablando de cientos y miles de
denominaciones y movimientos religiosos cristianos que operan en Colombia desde
finales del siglo XV. Es decir, que tanto la Iglesia Católica Apostólica y
Romana pionera en la predicación de la religión cristiana en Colombia, junto con la Iglesia Bautista en el siglo
XVII, la Iglesia Presbiteriana en el
siglo XIX y demás iglesias históricas protestantes de principios del siglo XX,
y las Iglesias Pentecostales de mediados del siglo XX, y las Carismáticas de la
segunda mitad del siglo XX y neo carismáticas de finales del siglo XX, e
independientes neo carismáticas mejoradas de principios del siglo XXI y las
cinco mil nuevas iglesias del año pasado, y las nuevas cincuenta iglesias
independientes con Personería Jurídica especial del Ministerio del Interior de
la semana pasada, se podría pensar que es una sola Iglesia; la cristiana. Pero
eso ni el más iluso de los creyentes lo creería, lo que quiero decir es que
cuando se habla de la Iglesia Colombiana, nos encontramos con una multitud de
diversos énfasis y posturas teológicas, litúrgicas, organizacionales, que no
nos permiten por lo menos en mi opinión hacer un análisis eclesiológico local desde
la Ley y la Gracia.
Lo
que yo preferiría, es reflexionar estos fundamentales y determinantes conceptos
bíblicos desde la apostasía.
Si
el asunto que convoca esta ponencia es: ¿cuál es la praxis de la Ley y la Gracia
en la Iglesia Colombiana?, entonces tenemos que escuchar a Pablo diciendo. “Pero
el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de
la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo
4:1). La palabra apostasía viene del griego apostasía,
que etimológicamente es, apo-fuera de
y estasis-que significa colocarse.
(2) Fuera de lugar. Un sinónimo para apostasía puede ser rebelión o revelarse, que
significa, levantamiento contra una autoridad o
gobierno, en especial cuando se realiza con el fin de derrocarlo y sustituirlo
por otro, (3) es decir salirse conscientemente del lugar en donde está.
PRAXIS DE LA LEY
Si
usamos la definición del salmista como una plantilla para evaluar la práctica
de la ley en las Iglesias que queramos, podríamos concluir que en la mayoría de
ellas no hay tal. En mi opinión, los elementos que evidencian el cumplimiento
de la Ley de Dios en la vivencia de la mayoría de las comunidades que se
consideran cristianas, no corresponde, pero como la Ley de Dios me ordena que no
debo hablar del prójimo ni juzgar al otro, entonces simplemente autoevaluémonos
respondiendo a estas preguntas a partir del pasaje en mención, La Ley de Dios
es Perfecta (Santa e intachable), esa
misma que convierte el alma, hace sabio
al ignorante, alegra el corazón, ilumina los ojos, es justa y eterna”. (Salmo
19: 7-9ss) Está Ley por supuesto es Bíblica. No judía; ni siquiera antiguo testamentaria. Es esa que
nos permite disfrutarla por su dulzura y valorarla como el más grande tesoro. La
misma que me corrige para ser mejor y me enseña a ser humilde. La que al final
me hace íntegro y me guarda de la apostasía. (Salmo 19: 12-14).
- ¿Se
caracteriza mi iglesia por evidenciar una transformación espiritual
permanente?
- ¿Es la sabiduría
y la sensatez la que caracteriza las decisiones cotidianas de mi iglesia?
- ¿La
humildad y la sencillez son características propias mías y de mis
hermanos?
- ¿Se
manifiesta sincera y constantemente la alegría y la fraternidad?
- ¿Es visionaria y hace más énfasis en la
trascendentalidad que en la materialidad?
- ¿Hay
justicia y misericordia?
- ¿Es
propio del carácter de los creyentes el anhelo por aprender y profundizar
en la palabra?
PRAXIS DE LA GRACIA
Aquí
las plantillas podrían ser varias; puedo proponerles por lo menos dos. Las
bienaventuranzas. “Al
ver la multitud, Jesús subió al monte y se sentó. Sus discípulos se le
acercaron, y él tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
Dichosos los que tienen espíritu de pobres, porque de
ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que
sufren, porque serán consolados. Dichosos los humildes,
porque heredarán la tierra prometida. Dichosos los que tienen
hambre y sed de la justicia, porque serán satisfechos.
Dichosos los compasivos, porque Dios tendrá compasión
de ellos. Dichosos los de corazón limpio, porque verán a Dios. Dichosos los que
trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos. Dichosos los perseguidos por hacer lo que es justo, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos ustedes,
cuando la gente los insulte y los maltrate, y cuando por causa mía los ataquen
con toda clase de mentiras”. (Mateo 5:1-11).
El
fruto de la gracia que exactamente es el fruto del Espíritu. “En cambio, lo que el Espíritu produce
es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,
humildad y dominio propio. Contra tales cosas
no hay ley. Y los que son de Cristo Jesús, ya han
crucificado la naturaleza del hombre pecador junto con sus pasiones y malos
deseos. Si ahora vivimos por el Espíritu, dejemos también que
el Espíritu nos guíe. No seamos orgullosos, ni
sembremos rivalidades y envidias entre nosotros”. (Gálatas 5: 22-26).
Y por qué no, otra vez el apóstol
Pablo: “Por esto yo, que
estoy preso por la causa del Señor, les ruego que se porten como deben hacerlo
los que han sido llamados por Dios, como lo fueron ustedes. Sean humildes y amables;
tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor; procuren
mantener la unidad que proviene del Espíritu Santo, por medio de la paz que une
a todos. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así
como Dios los ha llamado a una sola esperanza. Hay un
solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; hay un solo Dios y
Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.
Pero cada uno de nosotros ha recibido los dones que Cristo le ha querido dar”. (Efesios 4:1-7).
La praxis de la Gracia podría estar
verificada por las siguientes inquietudes.
1.
¿Se
caracteriza mi vida y mi iglesia por el permanente reconocimiento de mi
necesidad de Dios y mi suficiencia en Él?
2.
¿La
nobleza, la praxis de la justicia, la misericordia, la austeridad, la
sinceridad e integridad, la reconciliación y la confianza en Dios, son
elementos preponderantes en mi iglesia?
3.
¿Son
evidentes las virtudes del fruto del Espíritu?
4.
¿Hay
un anhelo ferviente por guardar la unidad del Espíritu y la convivencia en paz?
5.
¿Es
por encima de todo el principal objetivo de mi vida y la de mi iglesia y mi
praxis de fe, ver a Dios?
CONCLUSIONES
- - Aquel sabio pollito tendría razón. Realmente no es tan importante el lugar donde practico y desarrollo mi fe, lo que realmente vale, es que lo haga y que lo haga bien.
- - Tener conciencia de lo que la Ley y la Gracia de Dios hacen en mí y de mí y deliberadamente no hacerlo, me convierte en un apostata.
- - Ser apostata no es más que rebelarme contra el Evangelio de Cristo y su Espíritu Consolador.
- - La Iglesia de Cristo no son las iglesias del mundo, pero con toda seguridad en las iglesias del mundo está La Iglesia de Cristo.
- - Cuando reconozco la realidad de la iglesia en nuestro país y entiendo cuánto nos hace falta para hacer la voluntad de Dios, entiendo aún más el concepto del Amor y de la Gracia de Dios por mí y por su iglesia, que es Una.
- - Ley y Gracia en realidad son Palabra y Amor.
- - Por último, si tú y tu iglesia o ambos perdieron el ejercicio, te invito a que me acompañes a tomar el curso. “La Ley de Jehová es perfecta” para recuperar y seguir. El primer módulo se llama Su Gracias es mayor.