PROFETA
EN EL ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO
Por: Mag. Héctor Hernán Molano Cortés
La iglesia de nuestros días se ha visto
frente a la encrucijada de entender la aparición de profetas o de condenarlos;
el punto es que escuchar a profetas o saber que están en otro lugar es ahora
algo normal. ¿Es válido el profetismo en
nuestros días? ¿Qué hacen los profetas en comparación con lo que los profetas
bíblicos hacían? ¿Hay algún cambio logrado por el advenimiento de Cristo?
En este pequeño artículo, se quiere investigar
el profeta de acuerdo a lo que la misma Biblia nos dice, para ello, se centrará
el estudio en la investigación de los términos pertinentes en el AT y NT; de la
aparición de estos, su significado en su tiempo, sus labores y su recepción en
la comunidad, podemos tener una idea más clara para responder las preguntas que
se haría cualquier cristiano que quiera encontrar la verdad.
- QUIÉN ERA UN PROFETA EN EL AT[1]
Debido a lo lejano que los vemos, es probable
que tengamos una idea errónea de quién era un profeta, de hecho, al hablar con
la gente común se refieren a los profetas quizá como a un prognosticador o a un
adivino, sin embargo, un profeta es más
que eso. Para dilucidar quiénes son, lo
mejor es remitirnos al mismo texto bíblico para revisar la terminología que los
autores bíblicos usan para llamar a un profeta.
1.1 Terminología para profeta en el
Antiguo Testamento
La palabra profeta que mencionamos en nuestro
español, viene del latín y éste a su vez del griego[2]. El diccionario de la Real Academia presenta tres
definiciones para esta palabra, la primera se dice de quien tiene el don de
profecía, la siguiente es para definir a alguien que predice o pronostica y la
última de ellas dice “Hombre que habla en nombre y por inspiración de Dios”. Como antes mencioné, quizá la segunda
definición se acomoda más a lo que el común de la gente cree de un profeta.
Desde el griego, se puede decir que profeta
es uno que predice, también es quien cumple la función de reemplazar a alguien
por medio del lenguaje y finalmente hablar delante de alguien; estas tres
definiciones surgen de la disyuntiva en la traducción de la primera parte del
término (pro)[3]. No obstante, el griego no es el origen de la
palabra; la Biblia
de los Setenta traduce como profetés en
la mayoría de los casos a la palabra nabi
del texto hebreo[4].
A la primera persona que se le atribuye el
término nabi es a Abraham, pero es
claro que Moisés puede ser considerado dentro de uno de ellos, ya que de
acuerdo a algunos textos (Dt 18,15ss. 34,10) es un parámetro de comparación de
otros profetas[5]. Nabi,
no es originario del pueblo hebreo sino del acadio, allí era nabum, que se traduciría como llamado,
esto implica una vocación, de hecho es una vocación dada por Dios para hablar
en nombre de él[6].
Otro término para la designación del profeta
es hozeh, conociendo que su base
verbal es contemplar o ver, se puede traducir como vidente o visionario. Si el verbo contemplar se aplica con rigor,
deberíamos decir que el profeta recibe las revelaciones, Pongutá al referirse
al término vidente dice así: “… tiende a indicar una especie de función
carismática que tiene como base esa experiencia de la que procede lo que
comunica”.[7] En esta misma línea de pensamiento esta la
palabra roeh, la raíz de donde proviene
significa ver o gozar de la vista; se puede referir a ver a Dios directamente,
en el culto o su obrar histórico.[8]
Finalmente para profeta aparece la frase ish haelohim quien viene a ser un
mensajero de parte de Dios y también es un título que se le da a personas muy
importantes dentro del relato bíblico, ejemplos de ellos son Moisés y David.[9] El ish
haelohim es uno que tiene una relación especial con Dios, lo que les hace
tener de alguna forma poderes conferidos por el mismo Dios, por supuesto me
refiero a capacidades especiales en el campo del conocimiento.[10]
En resumen, un profeta es una persona que
tiene una comunión especial con Dios y que habla a la gente de parte de Dios;
el profeta comunica al pueblo lo que se le da a revelar, porque Dios le permite
ver cosas que los demás no perciben.
Carrillo presenta la siguiente definición, que se adapta a lo que vengo
diciendo: “El profeta es un hombre que tiene una experiencia inmediata de Dios,
que ha recibido la revelación de su santidad y de sus deseos, que juzga el
presente y ve el futuro a la luz de Dios y que es enviado por Dios para
recordar a los hombres sus exigencias y llevarlos por la senda de la obediencia
y de su amor”.[11]
1.2 Lo que hace un profeta
En el punto anterior, observando la
definición de lo qué es un profeta, nos podemos dar una idea de lo que hace un
profeta, sin embargo es importante resaltar con detalle algunas de sus
actividades, las que nos ayudarán a comprender más sobre ellos.
Sicre[12]
menciona que los profetas son los que denuncian los problemas sociales, lo que
sucede con los imperios, la esperanza salvadora y la venida de uno que traería
esa esperanza, entre otras cosas; él puntualiza que el centro de ese mensaje
siempre es Dios. Si esto es así, el
profeta es un lector de sus circunstancias, alguien con la capacidad de mirar,
cómo lo que les sucede al pueblo está haciendo bien o mal, y en qué
circunstancias el pueblo estaría en mejores condiciones. Enmarcaré las actividades del profeta, particularmente
en la denuncia y en la lectura de la historia[13].
1.2.1 Denuncian
La denuncia es quizá la mayor actividad que
tienen los profetas. Ellos como
emisarios de Dios, deben decirle al pueblo cómo comportarse con referencia a
Dios. Para entender un poco mejor esta
acción es importante revisar la relación del profeta con Dios y la relación del
profeta con el pueblo.
El profeta está en una relación especial con
Dios, dicha relación la ha logrado a través de la elección que Dios hace de él
para este especial ministerio. Es claro
que el relato bíblico quiere enfatizar el llamado especial de estos hombres,
sea por una manifestación directa de parte de Dios a ellos o por medio de las
palabras que ellos trasmiten al pueblo, iniciadas con frecuencia con la frase
“Así dice Yahvé”. Esta íntima relación
también es fortalecida por los periódicos encuentros del profeta con Dios y sus
oraciones. Se destaca en la relación de
Dios con el profeta la centralidad que le da el profeta a los eventos
históricos en los que Dios se ha manifestado a su pueblo, por ejemplo la
continua remembranza al éxodo o a la alimentación en el desierto. El profeta conoce de lo que Dios ha hecho en
la historia y lo pone de relieve continuamente en su comunicación con el
pueblo.
En su relación con el pueblo, el profeta es
un emisario de Dios; las palabras que dice el profeta son las palabras de
Dios. Él viene a comunicar la voluntad de Dios al pueblo y se
coloca en la posición de ser el que tiene la verdad sobre lo que está pasando.
Al haber considerado estas relaciones se
puede entender mejor el aspecto denunciante del profeta. Dios le comunica al profeta, sea por
revelaciones o porque le da la capacidad de comparar lo que está sucediendo en
la historia con la Torah ,
él habla a la comunidad diciéndoles qué deben cambiar para alinearse con la
voluntad de Dios.
Aun cuando es claro que la denuncia es muy
importante en la actividad profética, no se puede desconocer que en medio de la
denuncia está mezclada la esperanza, la compasión, la misericordia y la
fidelidad que Dios tiene con su pueblo.[14] Sicre[15] apunta
que el profeta parece denunciar sólo el pecado, pero siempre está la esperanza
utópica mezclada en su discurso. Sobre
esa esperanza venidera Mosquera dice:
Los profetas crearon utopías
cuando la nación estaba pasando por momentos aciagos (…) Amós plantea la utopía
de un Israel restaurado y próspero en momento cuando los asirios se estaban
extendiendo (…) Isaías escribe sus utopías en medio de la crisis política
internacional (…) Esas utopías llenaban de esperanza y fe al pueblo en momentos
en que era absolutamente necesario devolverle la confianza a la nación
desesperanzada.[16]
El propósito principal de la denuncia era que
el pueblo se diese cuenta que la solución no era humana, pues con ella no
pretendía crear un programa de reforma social o un levantamiento de los
oprimidos contra los opresores, aunque muchas veces denunciaron la opresión
tiránica de imperios.[17]
1.2.2 Lee la historia
El profeta era uno que podía ver en los
tiempos la mano de Dios obrando. En esa
historia no sólo ve actos, ve al mismo Dios.
En la historia también puede observar las acciones del pueblo y en esas
acciones comunitarias se llega a probar quién y cómo es Dios. Ellacuria lo declara de la siguiente forma:
“la historia se convierte así en probación de Dios porque es en sí misma
mostración de Dios, y sólo en la historia es captado Dios cómo es en relación
al hombre, y el hombre cómo es en relación con Dios”.[18]
Solamente con la adecuada lectura histórica,
el profeta puede ver la fidelidad de Dios para con el pueblo, el futuro que les
depara y por supuesto los errores que se están cometiendo; esto último une la
lectura de la historia con la denuncia.
2.
EL PROFETA EN EL NT
Cómo se indicó en el ítem uno, el término
profeta en español viene de la palabra griega profetés; en nuestro texto del nuevo testamento griego esta palabra
sucede en 144 ocasiones y es muy interesante resaltar que “… 123 pasajes se
refieren a figuras de profetas del AT, y sólo 21 a figuras de profetas del NT.”[19] Lo que nos indica que la repercusión
veterotestamentaria de la palabra en el NT está muy presente en la mentalidad
de los escritores neotestamentarios.
2.1. El término profetés para referirse a profetas del AT
Es clara la estadística presentada, hay un
sabor al AT en las mencionadas apariciones de la palabra en el Nuevo, sin
embargo la forma en que la palabra profética del AT se sucede en el NT no es
tan fácil de explicar. De acuerdo al
índice de citas del NT que aparecen al final del texto griego de las Sociedades
Bíblicas Unidas, se puede realizar una estadística de uso de alusiones o citas
a profetas del AT, esta distribución se puede ver en la siguiente lista[20]:
Isaías 228x
Jeremías 96x
Lamentaciones 4x
Ezequiel 109x
Daniel 73x
Oseas 16x
Joel 17x
Amós 12x
Malaquías 16x
Abdías 1x
Jonás 7x
Miqueas 8x
Nahum 2x
Habacuc 6x
Sofonías 4x
Hageo 4x
Zacarías 42x
Se está hablando de 645 veces en los que los autores del NT hacen una
mención o alusión de un profeta del AT, lo que nos corrobora que la mente de
los escritores neotestamentarios al referirse a profetas estaban mucho más
cerca de la concepción del AT que a lo que se podría considerar un profeta del
NT.
Sin embargo, es importante recalcar que el uso de las profecías se pudo
hacer en forma de interpretación pesher
y derásica. La primera se refiere a la interpretación de
las Escrituras colocando el sentido en subordinación de lo que está sucediendo,
esto es, que los autores interpretan los textos teniendo la idea de llevarlos a
lo que pasó en tiempos de Jesús, la frase “para que se cumpliera lo dicho por
el profeta …” es un ejemplo de la utilización de las profecías en función del
evento Cristo. El derás, también llamado por muchos midrash, son comentarios exegéticos u homiléticos de los pasajes
del AT o también “… la deducción del rico sentido de la Biblia…”[21] Ambas formas de usar los textos proféticos,
si bien eran métodos de la época, para los lectores modernos pueden sonar
acomodaticios.
En rasgos generales, cuando la palabra profeta hace su aparición en el NT
con referencia a un autor del AT o hace una alusión a estos, puede decirse que:
-
El autor
tiene como base a Jesús.
-
Para los
escritores del NT, la aparición de Cristo es coincidente con la aparición de
los últimos tiempos.
-
Hay para los
escritores un sentido de unidad entre lo dicho en el AT y lo que expresan ahora
en el NT.
-
La inclusión
de los pasajes del AT muchas veces no tienen una explicación amplia porque para
ellos era muy claro que no necesitan probarlo.
2.2. El término profetés para referirse a profetas del NT
Se indicó anteriormente que solamente 21
ocasiones en los que aparece la palabra en el NT se refieren particularmente a
profetas del NT. Uno de los profetas
principales a los que se hace mención es
Juan (cf. Mat 11:9) y se pueden encontrar unas ocho ocasiones en las que
el texto habla de él como profeta. Las
palabras proféticas de Juan tienen ideas del AT, porque estaba denunciando el
pecado, invitando al arrepentimiento, buscando que las personas se acercaran
más a Dios; además sus palabras estaban llenas de esperanza porque había uno
que vendría que bautizaría no solo con agua sino con Espíritu Santo y fuego
(Mat 3:11). Según las palabras de Jesús
en Mat 11:13 “Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.” La expresión los “profetas y la ley” se usa
para referirse a todo el AT, y nos indica que Juan es el último que tiene esa
misión, la cual es mostrar al Mesías, al profeta por excelencia. Veamos lo que
dice Juan 1:23-27:
“Dijo: Yo
soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como
dijo el profeta Isaías. 24 Y
los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Y le preguntaron, y le dijeron:
¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el
profeta? 26 Juan les
respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a
quien vosotros no conocéis. 27
Éste es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy
digno de desatar la correa del calzado.”
Juan era el profeta que mostraba en el último
momento lo que los profetas dijeron en el AT, él allanaba el camino y mostraba
a Cristo, él menguaría y Cristo se revelaría.
Por su parte Cristo es el Profeta por excelencia,
en el libro de los Hechos se dice en 7:37 “Este Moisés es el que dijo a los
hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros
hermanos, como a mí; a él oiréis.”
Esteban en su discurso hace una referencia indirecta al sucesor de
Moisés, Jesús quien fue rechazado.[23] Y Jesús mismo también se autodenomina profeta
en varias partes de los evangelios (cf. Mat 13:57).
Hasta este punto los profetas más importantes que
aparecen en el NT son Juan, que marca la terminación de un período que llevan a
Cristo como el cumplimiento de la Ley y los Profetas, y por otro lado, el mismo
Jesús, el Profeta por excelencia.
Entonces ¿qué podemos decir de los demás apariciones en dónde se sucede
la palabra profeta que no tienen como referencia a Juan y a Jesús?
Pero antes de pasar a revisar las citas de las
partes en las que aparece la palabra profeta en el NT, sin relación a Juan y a
Jesús, hay un texto bíblico que es muy diciente con la labor profética, es
Hebreos 1:1-4:
“Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, 2 en estos
postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo,
y por quien asimismo hizo el universo; 3
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia,
y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado
la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la
diestra de la Majestad en las alturas, 4
hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que
ellos.”·
Lo que este texto indica es muy radical en lo que
tiene que ver con la forma en que Dios se venía revelando, pues lo que dice, no
es más de que las diversas y variadas formas de comunicación de Dios con los
hombres, fueron una preparación de la principal, única y universal comunicación
que es a través de Cristo, quien es la meta y la clave de todas las
comunicaciones.[24]
Por los ítems anteriores y la explicación de la
aparición de la palabra profetes en el NT, debería ser claro la labor
profética, no obstante, luego de Cristo, el texto bíblico menciona a profetas,
en especial los libros de los Hechos y las cartas paulinas. Al respecto vale la pena cuestionarse:
-
¿Son estos
profetas diferentes a los profetas veterotestamentarios?
-
¿Si Jesús
mencionó que la ley y los profetas estaban hasta Juan, dando un aparente cierre
al ministerio profético al estilo del AT, por qué aparecen otros profetas?
-
¿Con las consabidas
alusiones y menciones de profetas del AT, podrá ser diferente la labor de estos
profetas del NT a los del AT?
Retomando las ideas del profeta del NT, se deben
dejar a un lado profetas al estilo de Juan, Jesús como el Profeta y mirar los
profetas cristianos. Estos se encargaban de dar mensajes acerca de los
misterios divinos (1 Cor 13:2), de la voluntad de salvación de parte de Dios
(Ef 3:5-6), de lo porvenir (Hech 21:10-11) y también con cosas que están
pasando (Hech 13:1 ss).[25]
Por lo que Pablo menciona, el oficio de estos
profetas se estableció en las comunidades, quienes deberían “… aconsejar a la
comunidad (1 Cor 14:3, 24, 31), de consolarla (1 Cor 14:3), de construirla (1
Cor 14:3), de comunicarle conocimientos y secretos (1 Cor 13:2).”[26]
Y ante una actividad tan relacional, la posibilidad de equivocaciones y de
profetas que hablan en estado extático, Pablo advierte en 1 Cor 14:32 “Y los
espíritus de los profetas están sujetos a los profetas” y también ante las
potenciales intervenciones simultáneas manda hacerlo todo en orden.
La actividad profética en el libro de los Hechos es elevada, aunque no
debería entenderse esto como una legislación para todo el tiempo, sino que es
una lectura propia de Lucas, quien había advertido que todos los creyentes
serían como profetas (cf. Hech 2:17 ss), por lo que la mención de los muchos en
el texto, es un cumplimiento de lo anunciado al inicio de su escrito.
La evidencia demuestra que sí existían profetas en la iglesia primitiva, y
que su accionar fue tan evidente que se reflejó en los textos
neotestamentarios. El entendimiento real
del mensaje y la autoridad o posición que estos tuvieron entre los hermanos no
son tan claros. Lo que sí resulta
evidente es que el desvío fue siempre una posibilidad, y por eso las
advertencias de los autores. Llama la
atención, que en las cartas paulinas la que más apariciones del término profeta
sea 1 Corintios (5x), y la labor del apóstol es más con el propósito de
corrección y de orden que de otra cosa.
La otra carta que muestra más veces el término profeta es Efesios (3x),
textos que dan a entender la participación activa de los profetas en la iglesia
naciente.
Para terminar es propicio hablar algo del falso profeta:
El pseudoprofétes.
La palabra se encuentra en 11 oportunidades en el NT, y las mayores
apariciones se dan en Mateo y Apocalipsis (tres cada uno). Los falsos profetas pueden aparecer como un
creyente cualquiera (cf. Mat 7:15), y también es claro que en los últimos días
aparecerán en cantidad. También deberá
tenerse cuidado porque los falsos profetas pueden hacer milagros (cf. Mr 13:22)
pero es importante probar a todos los profetas (cf. 1 Jn 4:1), y la prueba
cristiana mayor es ver sus frutos, luego de la advertencia en Mateo el texto
nos dice en 7:16-17: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen
uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo
da frutos malos.” Es importante
reconocer que en el estudio de los profetas del NT, se presentaron los que eran
falsos y que estos llegaron a engañar a las comunidades con sus herejías e
ideas erróneas, las cuales surgen por el impacto que el mismo cristianismo trae
a la sociedad israelita por lo que este término es principalmente bíblico.
CONCLUSIONES
La fe de Israel y de la Iglesia ha tenido dentro de sí la acción de los
profetas, en esencia los profetas leen la historia, denuncian y muestran a las
personas la necesidad de un arrepentimiento para amoldarse al pacto de Dios.
Nuestro Profeta es Cristo, quien se presentó como uno que no recibió honra
en su propio pueblo, porque también hacía lo que los veterotestamentarios
hacían, denunciar el pecado y llamar a volverse a Dios.
El NT nos nombra profetas, muchas veces refiriéndose a los del AT y por las
palabras de Jesús, Juan sería el último de este grupo. También hay profetas en la iglesia primitiva
que podían cumplír una importante labor; sobre este grupo vale la pena
mencionar los textos de Efesios:
2:20
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal
piedra del ángulo Jesucristo mismo,
3:5 misterio
que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como
ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu:
4:11 Y él
mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros, pastores y maestros
Por 2:20
debemos decir que es fundamental lo que los profetas dicen y obsérvese que se
coloca al lado de la palabra apóstol, que es una palabra del NT, por lo que se
podría decir en este texto que los profetas son los del NT; sin embargo “esta
imagen hace sospechar que la época de la fundamentación de la comunidad ha
pasado ya, esto es, que el oficio de profeta pertenece al pasado.”[27]
El texto de 3:5
dice que el misterio se ha dado a conocer por los apóstoles y profetas, pero
aunque la palabra misterio puede tener algo de esotérica, el versículo
siguiente lo aclara, el misterio no es otra cosa que saber que los gentiles son
coherederos del reino de Dios. Los
profetas del NT anunciaban salvación para los no judíos. En otros lugares del NT se habla de otros
misterios, pero versículos o capítulos posteriores aclaran estos misterios que
se refieren la salvación en Cristo y su alcance.
Para terminar
4:5, nos muestra que ha colocado a los profetas para perfeccionar a los santos,
la que se logra en la transmisión de este conocimiento misterioso, que Cristo
está en nosotros y que es nuestra esperanza.
Si se tiene que llegar a conocer a Cristo con la labor profética y a la
unidad de la fe entregada, los apóstoles, profetas, maestros, etc, están
colocados en la iglesia para que se logre esto, transmitiéndole a la feligresía
la fe verdadera y el conocimiento de Cristo.
[1] El punto 1 de este trabajo, está tomado del artículo titulado “Los Profetas y la Historia” por Héctor
Molano, que ha sido publicado por Reforma Siglo 21, Volumen 12, número 1, junio
2010.
[13] Por
supuesto lo primero que debe hacer un profeta es estar quieto delante de Dios y
escuchar su voz para poder trasmitirla al pueblo. Cuando delimitó las acciones a estas dos
estoy pensando en acciones activas en vez de pasivas.
[19] Balz y Schnider, Diccionario
Exegético del Nuevo Testamento II, 1229.
[20] Pongutá, Por medio de los
profetas, 2.
[21] Del Agua Perez, El Método
Midrásico y la Exégesis del Nuevo Testamento, 36.
[22] Pongutá, Por medio de los
profetas, 5.
[23] Pratt, Spirit of Reformation Study Bible, 1766.
[24] Pongutá, Por medio de los
profetas, 9.
[25] Kittel, Friedrich y Bromiley.
Compendio del Diccionario
Teológico del Nuevo Testamento, 940.
[26] Coenen, Beyreuther y Bietenhard.
Diccionario Teológico del Nuevo
Testamento v. III, 419.
[27] Ibid, 419.